LA HISTORIA DEL DÍA DE LAS VELITAS ✨⭐
Hace muchos años, cuando Colombia era un país lleno de pueblos pequeños, montañas silenciosas y noches muy oscuras, la gente esperaba con emoción la llegada de diciembre. Era un mes especial, lleno de esperanza, porque anunciaba la Navidad.
En una casa sencilla, en medio de las montañas, vivía una familia que cada año encendía una pequeña vela el 7 de diciembre. La abuela Carmen era la encargada de explicar por qué lo hacían. Sus manos temblaban un poquito, pero su voz siempre era firme y dulce.
Una noche, mientras todos se reunían en el patio, la abuela dijo:
—Hace mucho tiempo, en 1854, el Papa de la iglesia anunció algo muy importante sobre la Virgen María. Y cuando la noticia llegó a Colombia, la gente decidió celebrarla de la forma más hermosa: encendiendo velas y faroles para iluminar el camino de la fe y la esperanza.
Los más pequeños escuchaban con los ojos muy abiertos.
La abuela continuó:
—Desde entonces, cada 7 de diciembre, justo cuando cae la noche, las familias de toda Colombia sacan sus velitas y faroles. Es una manera de decir: «Aquí estamos unidos, aquí estamos agradecidos, aquí empieza la Navidad».
Ese día, la tradición comenzó a crecer. Primero lo hacían unas pocas familias… después todo el barrio… y luego todas las ciudades.
Poco a poco, Colombia se convirtió en un país que, por una noche, brilla como un cielo lleno de estrellas pegadas al suelo.
Ese 7 de diciembre, como cada año, la familia de la abuela Carmen salió al patio. Las montañas estaban quietas, el cielo oscuro y el aire olía a natilla fresca.
La abuela entregó a cada uno una velita.
—Esta velita es para pedir un deseo —dijo ella—. Pero también para agradecer por lo que tenemos y para recordar que la luz siempre vence a la oscuridad.
Todos encendieron sus velitas.
El fuego pequeño empezó a bailar suavemente, iluminando las caras sonrientes.
Los vecinos también salieron.
Las calles se llenaron de faroles de colores, risas, música y gente saludándose.
—¡Feliz Día de las Velitas! —gritaban unos.
—¡Que esta luz te acompañe todo el año! —decían otros.
Y así, el país entero brilló. Desde las playas del Caribe hasta las montañas de los Andes, desde los pueblos hasta las grandes ciudades…
millones de pequeñas luces encendidas al mismo tiempo, como si Colombia entera respirara esperanza.
Esa noche, la abuela miró al cielo y dijo:
—Mientras sigamos encendiendo estas velitas, nunca se apagará la tradición… ni la unión… ni la luz que llevamos dentro.
Y así, cada año, cada 7 de diciembre, Colombia celebra el Día de las Velitas, una fiesta que no solo ilumina las calles, sino también los corazones.
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