En un pueblito un poco tenebroso,
vivía un gato negro, curioso y mohoso.
Con cara de susto, se paseaba en la noche,
buscando fantasmas, y un buen bizcocho.
Las brujas reían desde sus ventanas,
cocinando pócimas que huelen a bananas.
Los fantasmas bailaban, los esqueletos cantaban,
y las calabazas en llamas brillaban.
El gato curioso vio una mansión,
donde un vampiro jugaba en un rincón.
Se acercó despacio, casi con pavor,
¡y el vampiro le dio un susto de horror!
"¡Tranquilo, gatito!" dijo un hombre lobo,
"solo estamos bailando un baile bobo".
Se unió la momia, junto al duende bufón,
¡y todos cantaron una rara canción!
Así es Halloween, noche de espanto,
donde nada es lo que parece, por tanto.
Disfrázate bien y ten precaución,
o un zombie chistoso te dará un empujón.
Al final de la noche, con la luna a reventar,
todos los monstruos vuelven a descansar.
Pero el gato travieso, bajo la luna,
sigue su ronda hasta que sale el sol de la cuna.
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