viernes, 29 de julio de 2022
lunes, 25 de julio de 2022
Preescolar, Primaria y Bachillerato
viernes, 22 de julio de 2022
Primaria
Ludwig van Beethoven
Músico y compositor alemán. Se cree que nació el 15 de diciembre de 1770 en Bonn (actualmente Alemania), en el seno de una familia humilde.
El abuelo de Beethoven, Ludwig, fue maestro de capilla. Su hijo y padre de Beethoven, Johann, también era músico pero no tuvo demasiado éxito, tenía problemas con la bebida y estaba obsesionado con convertir a su hijo en un gran compositor, en un segundo Mozart.
La leyenda cuenta que, en su primer viaje a Viena, tuvo lugar un fugaz encuentro con Mozart.
Beethoven volvió a Viena para trabajar y aprender de grandes compositores como Joseph Haydn (1732-1809) y Antonio Salieri (1750-1825).
Hacia el 1800, su carrera y su vida pasan por un punto de inflexión importante: la sordera comienza a agudizarse, su sufrimiento por ello también.
Beethoven enfrentó grandes problemas en la última década de su vida, el período más fructífero de su vida, en el que produjo las últimas cinco para piano, las dos sonatas para violoncello del Opus 102, las “Variaciones Diabelli”, la Obertura “Consagración de la casa”, la Missa solemnis, la Novena Sinfonía, los supremos cuartetos finales de los Opus 127 al 135, y muchas obras nada desdeñables.
Ludwig van Beethoven murió en su cama en Viena, el 26 de marzo de 1827, rodeado de algunos amigos, ningún familiar, y en una noche de tormenta.
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Bachillerato
Ludwig van Beethoven
(Bonn, actualmente Alemania, 1770 - Viena, 1827) Compositor alemán. Nacido en el seno de una familia de origen flamenco, su padre, ante las evidentes cualidades para la música que demostraba el pequeño Ludwig, intentó hacer de él un segundo Mozart, aunque con escaso éxito.
La verdadera vocación musical de Beethoven no comenzó en realidad hasta 1779, cuando entró en contacto con el organista Christian Gottlob Neefe, quien se convirtió en su maestro. Él fue, por ejemplo, quien le introdujo en el estudio de Johan Bach, músico al que Beethoven siempre profesaría una profunda devoción.
Miembro de la orquesta de la corte de Bonn desde 1783, en 1787 Ludwig van Beethoven realizó un primer viaje a Viena con el propósito de recibir clases de Mozart. Sin embargo, la enfermedad y el posterior deceso de su madre le obligaron a regresar a su ciudad natal pocas semanas después de su llegada.
En 1792 Beethoven viajó de nuevo a la capital austriaca para trabajar con Haydn y Antonio Sialieri, y se dio a conocer como compositor y pianista en un concierto que tuvo lugar en 1795 con gran éxito. Su carrera como intérprete quedó bruscamente interrumpida a consecuencia de la sordera que comenzó a afectarle a partir de 1796 y que desde 1815 le privó por completo de la facultad auditiva.
Los últimos años de la vida de Beethoven estuvieron marcados también por la soledad y una progresiva introspección, pese a lo cual prosiguió su labor compositiva, e incluso fue la época en que creó sus obras más impresionantes y avanzadas.
Obras de Ludwig van Beethoven
La tradición divide la carrera de Beethoven en tres grandes períodos creativos o estilos, y si bien el uso los ha convertido en tópicos, no por ello resultan menos útiles a la hora de encuadrar su legado.
La primera época abarca las composiciones escritas hasta 1800, caracterizadas por seguir de cerca el modelo establecido por Mozart y el clasicismo en general, sin excesivas innovaciones o rasgos personales. A este período pertenecen obras como el célebre Septimino o sus dos primeros conciertos para piano.
Una segunda manera o estilo abarca desde 1801 hasta 1814, período este que puede considerarse de madurez, con obras plenamente originales en las que Ludwig van Beethoven hace gala de un dominio absoluto de la forma y la expresión (la ópera Fidelio, sus ocho primeras sinfonías, sus tres últimos conciertos para piano, el Concierto para violín).
La tercera etapa comprende hasta la muerte del músico y está dominada por sus obras más innovadoras y personales, incomprendidas en su tiempo por la novedad de su lenguaje armónico y su forma poco convencional; la Sinfonía n.º 9, la Missa solemnis y los últimos cuartetos de cuerda y sonatas para piano representan la culminación de este período y del estilo de Ludwig van Beethoven.
Las obras de Beethoven anticiparon muchos de los rasgos que habían de caracterizar la posterior música romántica e, incluso, la del siglo XX. Su producción, en efecto, se sitúa entre el clasicismo de Mozart y Haydn y el romanticismo. No cabe duda que, como compositor, señala un antes y un después en la historia de la música y refleja, quizá como ningún otro artista, no sólo el cambio entre el gusto clásico y el romántico, entre el formalismo del primero y el subjetivismo del segundo, sino también entre el Antiguo Régimen y la nueva situación social y política surgida de la revolución francesa.
Efectivamente, en 1789 caía La Bastilla y con ella toda una concepción del mundo que incluía el papel del artista en su sociedad. Siguiendo los pasos de su admirado Mozart, Ludwig van Beethoven fue el primer músico que consiguió independizarse y vivir de los encargos que se le realizaban, sin estar al servicio de un príncipe o un aristócrata, si bien, a diferencia del salzburgués, él consiguió triunfar y ganarse el respeto y el reconocimiento de sus contemporáneos.
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lunes, 18 de julio de 2022
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Bachillerato
Cuenta una antigua leyenda de Colombia, que existió cerca del río Magdalena un pescador muy pícaro al que le gustaba mucho presumir delante de las chicas. Su segunda pasión sin embargo, eran los caimanes. No les tenía ningún miedo, y le encantaba darles caza con sus propias manos.
Un día, durante las fiestas de la Virgen de la Concepción, que se celebraban en su pueblo entre el 8 y el 15 de diciembre, el hombre, que se llamaba Saúl Montenegro, se fijó en la cantidad de adornos taurinos que había, y en cómo las muchachas suspiraban cada vez que veían un torero. A él se le ocurrió que harían lo mismo si le veían cazar caimanes.
Saúl Montenegro ensayaba sin que le viera nadie. Prefería esconderse y espiar desde ahí a las muchachas que se bañaban en el río, pero siempre le pillaban, porque tenía un diente de oro que brillaba mucho.
– Si pudiera ser invisible… ¡qué bien me lo pasaría!- pensaba.
Y un día, alguien le habló de un brujo que era capaz de transformar a las personas en algún animal. Y él pensó que era una ocasión única para poder espiar a las chicas sin que le vieran. La idea era fantástica: ¡transformarse en caimán!
Montenegro fue a ver al brujo y éste le dio don brebajes: uno para transformarse en caimán y otro para volver a su figura humana. El pescador estaba encantado. Pensaba usarlo inmediatamente.
Así que habló con un amigo para que le ayudara y puso en marcha su plan al día siguiente. Su amigo debía permanecer en la orilla con el antídoto para volver a ser humano. Mientras, él disfrutaría de su forma de caimán.
Los dos acudieron hasta la orilla del río y allí Saúl Montenegro se transformó en caimán, gracias a la pócima que le había dado el brujo.
Montenegro, ya convertido en caimán, se adentró en el río y se lo pasó muy bien, recorriendo zonas inexploradas y espiando de vez en cuando a las muchachas que se bañaban. Ninguna se dio cuenta de su presencia. Pero pasaba el tiempo y el amigo de Saúl se quedo dormido.
Cuando Saúl se acercó a la orilla para volver a transformarse en humano, su amigo despertó de golpe y se asustó al ver un caimán tan cerca. No imaginó que podía ser su amigo, y del susto, dio un manotazo al frasco con el antídoto. Algunas gotas cayeron sobre la cara de Montenegro, pero el resto se perdió en el río.
Y así fue cómo Montenegro quedó para siempre transformado en un extraño ser: un hombre caimán, con cuerpo de cocodrilo y cabeza humana.
Cuentan que el hombre caimán lloró mucho. Que solo era capaz de acercarse a él su madre para llevarle su comida favorita, y que, desolado, se fue un buen día hacia la zona de la Barranquilla.
Esta leyenda dio origen a una famosa canción que se escucha en todos los carnavales: ‘Se va el caimán, se va el caimán… se va para Barranquilla…’.
Primaria
Había un hombre al que le gustaba espiar a las mujeres mientras se bañaban en el río Magdalena. Para pasar inadvertido y verlas discretamente, decidió ir a ver a un brujo, con el objetivo de que le hiciera una pócima para convertirse en Caimán y de esta manera admirar la belleza de las mujeres, sin ser descubierto.
El brujo decidió hacerle dos pócimas: una roja que lo convertía en caimán, y la blanca que lo convertía nuevamente en hombre. El hombre salió de donde el brujo junto con un amigo con quien se desplazó hasta el río, allí tomó la pócima roja y se convirtió en Caimán, Su amigo, que sostenía en su mano la pócima blanca, se asombró tanto que dejó caer unas gotas sobre él, convirtiéndolo en mitad hombre, mitad Caimán.
Desde ese momento las mujeres de la zona dejaron de frecuentar el río por el miedo que les producía “el hombre Caimán”.