Adriana Ocampo nació en Colombia en 1955 y creció en Argentina. Cuenta ella misma que cuando llegó a Estados Unidos con su familia a los 15 años, lo primero que preguntó al aterrizar, a pesar de que todavía no hablaba inglés, fue “¿Dónde está la NASA?”. Así de claro tenía, ya desde que era adolescente, de que su futuro estaba ligado al espacio y las estrellas.
De pequeña, cuenta, las estrellas la intrigaban y atraían. Pasaba las noches asomada al balcón mirándolas fijamente, preguntándose qué eran, a qué distancia se encontraban para verlas tan pequeñas pero brillantes y si podría haber personas viviendo en ellas. Utilizaba las cacerolas de la cocina para construir naves espaciales y sus muñecas siempre iban vestidas de astronautas. “Me gustaba ponerme un colador en la cabeza y verme yendo al espacio», contaba en una entrevista.
Señala con decisión el día que Neil Armstrong pisó la Luna en nombre de la humanidad por primera vez como uno de los momentos claves de su vocación “eso me impactó terriblemente y sabía que quería ir a trabajar a la NASA, quería estudiar el espacio, quería hacer eso y fue un sueño que, quizás al comienzo tenía escondido, pero que fue algo que definitivamente siempre estuvo dentro de mi”.
Con el tiempo, no se convirtió en astronauta, pero sí en geóloga planetaria e investigadora espacial, dirigiendo diversos programas de la NASA, incluida la misión New Horizons que llegó por primera vez a Plutón en 2015, tras casi diez años de viaje a través del sistema solar.
“Enfoque, estudio y concentración”
Ocampo es la mayor de las tres hijas de un militar colombiano y una profesora argentina. Por el trabajo de su padre, nació en Colombia y a los tres años se trasladó a Argentina. “Tuve la gran fortuna de tener padres excepcionales que nos inculcaron desde muy pequeñas que los sueños se pueden hacer realidad con mucho enfoque, con mucho estudio, concentración.”
Antes de acabar el instituto hizo un voluntariado en el Centro de Retropropulsión de la NASA, y a los 17 años, la agencia le ofreció su primer empleo, uno muy básico, como asistente técnica, ya que ni siquiera se había graduado aun. “Jamás olvidaré a mi mentor. Teníamos que hacer un proyecto muy serio y ese señor me dice ‘¿Y por qué vos no lo liderás?’ y yo ni sabía hablar inglés. Entonces decidí no achicarme y hacerlo. Esa persona me dio una oportunidad tremenda para saber que yo podía liderar”.
Completamente convencida de que quería seguir formando parte de la exploración del espacio, tras terminar el instituto, se graduó en Geología en la Universidad Estatal de California, Los Ángeles en 1983, y después hizo un posgrado de geología planetaria en la misma universidad. Para doctorarse se vino a Europa, a la Universidad de Amsterdam.
Exploradora de Júpiter, Plutón y Bennu
Todo esto sin dejar de participar en los programas y proyectos del Centro de Retropropulsión de la NASA, donde desde entonces hasta ahora ha participado en decenas de proyectos para la exploración de distintos elementos del sistema solar, entre ellos la misión Juno a Júpiter, la New Horizons que llegó a Plutón y nos enseñó el lejano planeta enano de cerca por primera vez, y la OSIRIS-REX, encargada de aterrizar sobre el asteroide Benux, recoger muestras de su superficie y traerlas de vuelta a la Tierra para su estudio.
Actualmente ocupa en la NASA el cargo de Science Program Manager, o líder ejecutiva del programa científico. Como tal, su trabajo se asemeja al de un director de orquesta: se encarga de supervisar que se cumplan todos los requisitos y requerimientos técnicos, se minimicen los riesgos y se cumplan los objetivos. De ella depende maximizar las posibilidades de éxito de las misiones.
Hace ya tiempo que la NASA no es la única agencia que explora el espacio, así que Ocampo es también la responsable para la NASA de la misión Vennus Express en la que colabora con la Agencia Espacial Europea, además de formar parte del Grupo de Análisis de Exploración de Venus, que se encarga de desarrollar planes estratégicos para la exploración efectiva de este planeta.
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