Lee junto a tu familia el siguiente cuento y dibuja el final:
“EL CUENTO SIN FINAL”
¡Tin, tin, tin!… tres sonidos cortos de campana era la señal de que todo estaba despejado en la biblioteca del colegio. Ya habían pasado varias horas desde que todos se marcharon y hasta el próximo día ningún ser vivo, salvo el pequeño ratón de biblioteca que aporreaba tres veces seguidas la campanilla en la sala de lectura del colegio, les molestaría.
Con el último “¡Tin!” empezaron a salir de los libros, personajes de figuras planas, que estiraban sus extremidades para despertarlas de la inmovilidad que les obligaba el estar dentro de los libros. – “¿Qué hay para hoy?”. Preguntó el Lobo Feroz, mientras se cepillaba los dientes para dejarlos brillantes como perlas. – Tenemos una asamblea frente a la estantería de cuentos infantiles- le contestó la gallina de los huevos de oro y continuó diciendo – parece ser que el “Príncipe Ratón” tiene un problema y vamos a ver si le podemos ayudar.
– ¡Qué mes más ajetreado llevo!, – dijo Gerónimo Stilton -, me han cogido de la estantería una y otra vez, sin dejarme descansar ni un minuto. Estos críos no se dan cuenta de que cada uno de ellos me lee una sola vez, pero que yo tengo que realizar una y otra vez las aventuras del cuento cada vez que me leen. ¡Tengo unas ganas tremendas de que les den las vacaciones para poder descansar!
– Sí, sí, – dijo Blancanieves -, eso lo dices ahora que eres un personaje muy moderno que molas mucho, pero si llevaras los años que yo llevo, ya estarías acostumbrado y no te quejarías tanto. Por mi cuento han pasado estos niños, los padres de estos niños y hasta sus abuelos, así que no te quejes tanto, ratoncito presumido.
– ¡Por favor, un momento de silencio!-, dijo, alzando la voz, el ratoncito de biblioteca. – Nos hemos reunido para escuchar al “Príncipe Ratón”. A ver, ¿qué tienes que contarnos con tanta urgencia? – Veréis, – empezó a hablar el “Príncipe Ratón”-, mi problema es que no sé como acaba mi cuento, porque nadie que me coge, acaba el primer capítulo, y por más empeño que pongo en hacerlo bien, de ahí no pasan. Estoy muy angustiado, no sé si mi autora la señora Abu Rida pensó para mí un final como un bello príncipe o una rata de alcantarilla, y eso me angustia mucho, hasta he pensado ir a la estantería de las enciclopedias a ver si encuentro algún tipo de ayuda, porque esto es un sinvivir. ¿Qué consejo me podéis dar vosotros que sois tan envidiosamente leídos?
En aquel instante en la biblioteca se hizo un gran silencio, porque nadie sabía darle una solución. Hasta que se oyó un sonido seco al caer, desde lo más alto de una estantería, un libro lleno de polvo, del cual salió Merlín, que acercándose al Príncipe Ratón, le puso su mano en el hombro y dijo estas sabias palabras:
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